ARTE: Proviene del vocablo latino “ars” el cual hace referencia a toda creación humana que implica una forma de ver el mundo que nos rodea, ya sea real o imaginaria. Sin embargo, a todos se nos queda mal sabor de boca con una definición tan fría de algo que abarca tanto en la historia del ser humano y de su propia esencia. El arte forma parte de nosotros y por ello me quedo con una definición que, bajo mi punto de vista, recoge mejor el fenómeno que tanto me apasiona y del que quiero hablar hoy:
El arte es la expresión del alma que desea ser escuchada.
Ahora sí que se hace justicia. Pues si tuviera que justificar la existencia del alma humana, no me parece que haya mejor argumento que mirar a los ojos a cualquier personaje de Goya o temblar ante el poderío de una pieza de Wagner. No se puede apreciar el arte sin creer en la existencia del alma, porque de la materia finita y contingente, no puede nacer lo universal y atemporal.
Dicho esto, quisiera dedicar el corazón de esta entrada al artista cuya alma, bajo mi punto de vista, ha conseguido salir con mayor fuerza y elegancia, hablo de Vincent Willem van Gogh, supongo que habréis oído hablar de él.
Antes de nada, es imprescindible tener en cuenta que Van Gogh fue un hombre infeliz, violento, huraño y perturbado. Se enamoró de la hija de su matrona, de su prima viuda, de una prostituta… y lo único que obtuvo de estas relaciones fue un rechazo que lo marcó de por vida y contagiarse de sífilis.
Intentó acercarse a Dios estudiando Teología protestante, pero no fue admitido en el seminario y se hundió en una crisis melancólica y solitaria, que se vio acentuada por su fracaso como pintor, pues en toda su vida vendió dos míseros cuadros.
Es conocida la anécdota de que durante una discusión con Gauguin sobre Rembrandt, hizo enfadar a su amigo el cual le abandonó y Vincent se sintió tan hundido y arrepentido que, sumido en la locura, se cortó una oreja y se la regalo a una prostituta con la que solía pasar el tiempo. Así pues, tras grandes esfuerzos de su hermano y único amigo en la vida Theo, ingresa en un manicomio. Fue diagnosticado como esquizofrénico con brotes de epilepsia.
Es aquí, donde yo quería llegar. Imaginad la situación de nuestro protagonista. Imaginad que estáis dentro de él para intentar entender la tormenta que azotaba su cabeza y su corazón. Pero sobretodo, imaginad que una noche cualquiera, dentro del manicomio, decidís levantaros de la cama y acercaros a la ventana, donde contempláis algo tan bello que necesitáis pintarlo. El resultado será algo así…
En La noche estrellada, un acabado Van Gogh que se suicidaría sólo un año más tarde, nos muestra la belleza de la noche en armonía con la naturaleza, la cual se presenta violenta y a la vez elegante y sugerente. Los cipreses ondulan ante el tacto del pincel y en el cielo, las estrellas nacen como brotes de luz envueltos en halos dorados. La escena cobra vida, se mueve, baila en espiral pero sobretodo, nos eleva desde la ventana de Van Gogh al mismísimo cielo dejando abajo el oscuro y lejano pueblo para volar desenfrenadamente entre las estrellas.
No sé qué pensaría la gente del manicomio al ver semejante obra de arte nacer de su pincel, pero yo, cuando miro atentamente esos tonos azules y dorados, me cuesta ver un lienzo con óleo de colores, lo que yo veo es el alma de un genio que sabía sacar toda la magia de la noche y que tuvo que esperar su muerte terrenal para alcanzar la gloria artística.
Por todo esto, necesitaba dedicarle una entrada a él, a su sufrimiento y a su Noche estrellada, que marcaron un antes y un después en la forma de entender el Arte.